Estimado Señor, Señor Oliveira, Horacio, amor mío:
Después de largas noches de insomnio me he decidido a escribirle. Amor, usted no lo sabe pero he conocido a Julio. Debo decirle que no es un tipo de fiar puesto que en una semana de trato continuo me ha contado no sobre su vida sino sobre la vida de usted. Como no queriendo me hablo de su paso por París, me fue contando del Club de la Serpiente y de ella: la Maga. Debo confesarle también que Julio me contó todo de tal modo que yo empecé a detestarlo a usted. Me compadecía de ella, pobrecita, tan sola entre sus brazos, tan dispuesta a seguirlo a un lugar en el que usted jamás se encontraría. Fui conociendo cada uno de sus pensamientos, Horacio. Lo vi recorrer esas calles bajo la lluvia, lo vi perderse en sus propios laberintos y sin saberlo ya lo amaba, incluso cuando abandonó a la Maga de esa manera tan vil en el fondo supe que la compasión que yo sentía era por usted, pobre huérfano de vida, procreador de pesadillas.
Luego vino Talita, ella me enseñó a verlo con otros ojos, descubrí que había un Horacio que ni usted mismo conocía, un Horacio que tenía que mantenerse continuamente en acción para no dejarse devorar por su vacío. Clavar clavos; machucarse los dedos; beber mate. Todo en usted me enloquecía. Y luego, imaginarlo en ese manicomio, tan cerca de los miedos que ni siquiera había identificado, tan cerca de La Maga-Talita, tan cerca de mis celos que yo misma quise lanzarme de cabeza a esa Rayuela.
Estaba dispuesta a todo por usted, Horacio, pero la última conversación con Julio cambió por completo mi opinión. Podría fingir ser Talita, La Maga, podía incluso transformarme en Berthe Trepát. Pero, ¿Traveler? No, Horacio, mis vacíos internos no llegan a tanto. Mi amor por usted traspasa todos los vacíos pero no puedo competir con él, con ese hombre que es y no es usted; con el legionario que sí luchó las batallas que usted decidió analizar. No, Señor Oliveira, mi corazón es frágil y no soportaría que al final usted decidiera aceptar que es él y nadie más quien provoca todos sus desvelos. Me conformo con decirle que soy suya, que es usted mi espejo y él, Traveler el más distorsionado de mis reflejos.
Lo amo, estimado señor, pero se aceptar cuando he perdido. A partir de hoy soñaré con el día en que pueda gritar que lo amo y después lanzarme al Sena…
Suya para siempre… (Más nunca suya)
P. G.
1 comentario:
I like it, o sea, me gusta.
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