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El taller tiene la función de orientar a las personas con habilidades literarias, enfocándose en la redacción, creatividad y fomentando la libertad de escritura. Se analizan todos los géneros literarios: poesía, ensayo, cuento, novela, entre otros; así mismo, se da un tiempo para revisar obras de escritores reconocidos internacionalmente, se comparte bibliografía con el fin de difundir la cultura:
Actualmente el taller se imparte los Sábados, de 10:00am a 12:00pm, por Lorena Illoldi (poesía) yAlfredo Marko (cuento). La sesión consiste en la revisión de trabajos (se requieren copias del trabajo que se reparten entre los participantes con el fin de realizar anotaciones en ellas) con el fin de una mejora en la redacción y estructura de los textos.
La inscripción es para público general y estudiantes de la UAT (con un descuento a los últimos).
Te invitamos a que formes parte de este Taller de Creación Literaria, pide informes en:
- Extensión Universitaria: 31 81717 ext. 2694
- Lic. Clara García Sáenz: csaenz@uat.edu.mx
- Lorena Illoldi (illoldi_@hotmail.com),
- Alfredo Marko (leteol@hotmail.com),
- Eyra Wong (e_garibay_w@hotmail.com).
El taller está ubicado en la Dirección de Extensión Universitaria (Atrás de la Facultad de Comercio en la UAT).
domingo, 1 de marzo de 2009
Directriz: Lentes
Mis lentes siempre están ahí seleccionando, como membranas, lo que veo; acostumbrado a la realidad filtrada pienso en quitármelos pero el miedo invade, si los abandono la verdadera estampa del ambiente sería insoportable.
Carlos Vargas
Directriz de la semana: Tripas
ESA BOCA ES MÍA.
Eyra Wong
Desde niño amaba el olor del ajo cuando mi mamá lo acitronaba junto con cebolla; por fin pude lograr hacerlo y el olor es delicioso, he cerrado todas las ventanas para conservarlo dentro. Es difícil darle el punto exacto, porque puede quemarse o el aceite excesivo le quita sabor; sin embargo ahora puedo hacerlo sin ayuda sólo es necesario moderar el fuego.
La primera vez que vi a Helena, tenía un cigarro entre los labios y leía un libro, la cercanía de su rostro con las páginas hizo que arrojaran humo en lugar de letras, ella sólo observaba; vacié en su libro a punto de ser cenizas un poco del agua que tomaba, parpadeó y mientras suspiraba se levantó del suelo.
-Era la primera edición del Texto R’lyeh, valía, aún quemada más que todo lo que has ganado en tu vida.
Nunca me ha gustado desollar lo que me comeré, me parece primitivo y un acto bastante burdo, deberían hacerlo solamente las criadas y los sirvientes, personas sin educación; pero cómo confiarles a ellos tarea tan delicada, la piel debe estar antes de trabajar con ella, totalmente esterilizada, limpia hasta el fondo. Yo empiezo rasurando por completo, después lavo con jabón normal presionando para que entre a cada poro; por otro lado si la piel es removida sin cuidado podría echar a perder la carne y el platillo en sí. Después agregaré sal para completar la limpieza.
Me resultó difícil conquistar a Helena, era tan hermosa como antipática, odiaba a la mayoría de las personas y pasaba horas leyendo sobre dioses arquetípicos, creo que en el fondo deseaba convertirse en alguno de los seres de sus historias; encontraba la hermosura en ellos, amorfos, grotescos, anormales. Quizá eso fue lo que al final hizo que se fijara en mí y aceptara la invitación a tomar un whisky. Esa noche bebimos y me habló de sus ideas de la posibilidad de reencarnar, de vivir después de la muerte. Si hubiera sido uno de los hombres que ella conocía normalmente, hubiera salido corriendo; pero me enamoraba escuchar sus ideas mórbidas.
Al colocar la carne en el ajo acitronado el olor fue tan intenso que tuve que cerrar los ojos un momento antes de continuar; el sonido de la carne al cocerse es la música que más amo. Son cinco minutos en cada lado con la temperatura mínima, después doy una vuelta y el jugo que suelta la carne hará el resto. Un poco de vino tinto servirá para abrir el apetito, aún más.
Como lo imaginaba, el sexo era perfecto. Ella tenía prácticas diferentes, le gustaba que fuera rudo y yo enloquecía cuando la veía suplicar. Nunca había sentido tanta atracción por nadie, sé que no era simplemente por su belleza, su misantropía me desquiciaba. Mientras lo hacíamos nombraba demonios desterrados y dioses estelares, a veces los fonemas pronunciados me desconcentraban en ocasiones no podía parar de reír así que nos deteníamos y era cuando ella también reía. ¡Su risa era deliciosa! Nuestra relación fue simple, nadie dijo nada solo empezamos a vivir juntos. Con el tiempo las pláticas fueron disminuyendo y nos obsesionamos buscando placeres bizarros, yo la torturaba con pequeñas heridas en su espalda y piernas. Habíamos cubierto toda la casa con nuestros juegos, desde la cocina, con cosas triviales como tenedores y palillos chinos hasta el patio con espinas y cuerdas. No me gustaba que saliera de la casa, sabía que afuera tenía posibilidad de encontrar un hombre mejor que yo en cualquiera de los sentidos; mi ojo de vidrio no era tan interesante como en la adolescencia.
Ya puedo sacar la carne, el color que ha tomado me recuerda a Helena es parecido al tono de su cabello rojo con negro; al cortar ha salido un poco de sangre. Siguen las vísceras preparadas con anterioridad, es importante lavar con cuidado, sacar los deshechos y limpiar a conciencia. El riñón tiene dos horas en agua con sal, esto para quitar el olor; lo dejaré cociendo en agua limpia con unas hojitas de orégano. En cambio el hígado lo prepararé con laurel y pimiento, un poco de ají para contrastar el sabor. Por otro lado, el intestino delgado, es algo nuevo para mí; me dieron unas recetas, pero primero he abierto en canal y corté en cuadros pequeños, lo freí en aceite de oliva.
Un año pasó y buscamos fetiches individuales para compartirlos después, no podíamos detenernos y tuvimos que inventar palabras clave para señalar un alto en las relaciones; así no corríamos riesgos. Eso a raíz de una noche en la que poco faltó para que la asfixiara de verdad, pedía ayuda pero como sabía que la excitaba el rol de víctima, no me detuve hasta que vi sus ojos en blanco, entonces supe que debíamos tener más cuidado. Ella me repetía constantemente que era mía, que podía hacer con ella lo que deseara, que nunca me dejaría, pero mis celos aumentaron y sin razón. No la dejaba salir, yo compraba todo después del trabajo y ella se quedaba leyendo, escribiendo, imaginando nuevas formas de torturarnos. El día que la vi en el buzón, traía una bata, la tomé del brazo y la metí a jalones; empecé a dejarla encerrada bajo llave. Ella debía ser sólo para mí, no podía compartirla con el resto del mundo. Pero no podía poseerla, por más que lo intentara. El sexo era imposible de mejorar, la tenía para mí todo el tiempo pero aún así no la poseía por completo. Cuando me hablaba de otras personas, de su familia que ya no veía, de algún amigo que extrañaba la golpeaba; odiaba no poder poseer su pensamiento, sus sueños. Me volvía loco el hecho de saber que ella pensaba y que en sus pensamientos no estaba yo, que no podía verlos, que no los conocía. Entonces lo decidí.
Ahora debo acomodar la comida con gracia, es también un arte decorarla. He puesto un poco de aderezo en el plato y en seguida coloqué el trozo de carne, aún con gotitas rojas encima; las hierbas finas estaban a un lado y cerca de ellas el intestino en pedacitos, los olores dentro de la casa eran magníficos, cerré los ojos mientras maniobraba la sal y la pimienta. Me gustaba saborearla con todos los sentidos.
La comida me ha quedado deliciosa, cada parte de ella me hace confirmar que era ésta la única forma en que podía ser mía por completo.